DUELO
Estar en duelo es sentir tristeza ante la pérdida de alguien querido por nosotros. No es una enfermedad. El duelo es un proceso necesario que nos permite sentir, llorar, perdonar, aceptar y reorganizar.
Hacer el duelo es andar un camino. Un camino que sólo tú puedes recorrer y en el que yo te puedo acompañar.
El duelo es un proceso que ha de hacerse porque el tiempo, por si sólo, no cura. La pérdida de un ser querido nos hiere el alma y nubla nuestro razonamiento. Sentimos y pensamos cosas que hasta ese momento nunca habíamos experimentado. La intensidad de lo que sentimos es distinta; las preguntas que nos hacemos nunca antes las habíamos necesitado.
La muerte de un ser querido lo cambia todo. Lo que creíamos, lo que esperábamos, lo que necesitábamos, lo que éramos. Ya no es. Hacer el duelo es trabajar todo ese cambio para seguir viviendo sin el ser querido. Llegar a sentir que seguir viviendo no es una traición ni un olvido.
Andar el camino del duelo nos permite sentir la tristeza. No instalarnos en ella. Hacer el duelo es volver a aprender cómo es el mundo; un mundo que la pérdida ha transformado para siempre.
Recorrer el camino del duelo nos permite recordar (“volver a pasar por el corazón”) a nuestro ser querido sin dolor; perder el miedo a olvidarlo porque nunca se puede olvidar lo que se ha amado.
Por favor sé gentil conmigo, porque estoy haciendo mi duelo. el mar en el que nado es solitario y las costas parecen estar lejanas. Cuando intento enfrentar cada día ondas de dolor empañan mi alma. Acompáñame y comparte mis lágrimas, siéntate manteniendo silencio que me dé calor. Respeta en que tramo de mi viaje estoy, y no en donde tú supones que debería estar. Necesito tu soporte y tu comprensión, no hay modo bueno o malo para hacer el duelo, yo tengo que encontrar mi propio camino. Por favor, dime que vas a ser capaz de caminar a mi lado.
Otros duelos
La experiencia de pérdida es algo omnipresente en la vida humana. Unas pueden ser más significativas que otras, pero todas ellas necesitan ser elaboradas. El crecimiento de una persona está ligado a su capacidad de gestionar de modo constructivo las pérdidas de la vida: de la juventud, de la identidad, de la salud, de los ideales, de relaciones…
Ante la pérdida de algo significativo para nosotros sentimos la necesidad de parar, sentir y reflexionar para buscar la verdad de lo que somos ahora. El Asesoramiento Filosófico te guía en esa búsqueda iluminadora. La Filosofía te ayudará a enfrentarte al desafío que supone preguntarse ¿quién soy ahora?